sábado, 2 de marzo de 2019

Sábado, 2 de marzo de 2019



Unos se despiertan sin recordar lo soñado. Es más, suelen decir que nunca sueñan.

Otro lo hacen con un dinosaurio en los besos (en canario, los besos son los labios).
Otros con mujeres que lo arrastran de nuevo al abandono y el desconsuelo.
Hay quienes se levantan como suspiro de rayo.
Los hay que no se atreven a confesar lo soñado y, a lo largo del día, se lo van confesando a los zócalos, esconces y pretiles.
Otros sueñan que son el aparato eléctrico de un sueño o un océano sin oleaje.
Otros no se despiertan a la hora, porque entienden que su hora llegará con el juicio final.
Otros son el juicio final en el que el director rompe la batuta y se marcha por una puerta lateral.
Los hay que despiertan como Calderón lo hice una vez, en brazos de Quevedo.
Otros despiertan y se entierran en la cama, en busca del sueño que habían abandonado.